jueves, 7 de abril de 2011

Gabriel De Espinosa, Usurpador De Sebastián de Portugal

( Gabriel de Espinosa - Dibujo-Grabado del pintor Cristóbal de Morales)

No se sabe a ciencia exacta la fecha del nacimiento de Gabriel de Espinosa, aunque sí que pudo producirse a principios de la década de 1550 aproximadamente. Tampoco se tienen claro sus orígenes, pues aunque se anota como Madrigal su lugar de nacimiento, en Toledo se conserva el documento más antiguo sobre su persona, un título de examen de pastelero que fue expedido en esta ciudad. Igualmente la identidad de sus padres se pierde entre las brumas, pues aunque lo más probable es que fuera huérfano, se apunta que podría ser hijo de Don Juan Manuel de Portugal, padre del rey Don Sebastián, y de María Pérez o María Espinosa, una madrileña doncella de los marqueses de Castañeda, o de la infanta Juana, esposa del príncipe Juan. De ser esto cierto, Gabriel de Espinosa sería hermanastro del rey Sebastián de Portugal, con quién el parecido físico era tan considerable, que hizo de Gabriel pasara a la historia.

Apareció en ella a finales de junio de 1594, cuando llega a Madrigal de las Altas Torres acompañado de su hija Clara, una niña de aproximadamente dos años de edad, y de Inés Cid, su amante, y a quién él presenta como ama de la pequeña.
De rostro curtido y flaco y cuerpo pequeño, su ojo derecho aparecía con una nube blanca haciendo juego con el color de su pelo, ya encanecido. Aseguraba contar 40 años de edad, conocimientos de varios idiomas, entre ellos alemán y francés, gran destreza a caballo y una rica labia que junto a su orgullo le hacían parecer un caballero cuando solo se trataba de un humilde oficial.

(Madrigal de las Altas Torres - Pintura de Aquí)

 Parece ser que su objetivo inicial era montar un pequeño negocio de venta de pasteles de carne y empanadas. Pero aquel hombre altivo y de buenas maneras, decidió de repente hacerse pasar por el rey Sebastián de Portugal, que había muerto en 1578 en la batalla de Alcazarquivir, en Marruecos, y cuyos restos nunca fueron encontrados.
La impostura del pastelero era muy peligrosa, pues ponía en duda la legitimidad del rey español Felipe II, que había ocupado el trono de Portugal tras la desaparición del monarca luso.

("Felipe II" - obra de Antonio Moro)

Otro de los personajes de esta increíble historia fue fray Miguel de los Santos, un agustino de origen portugués que había sido confesor del rey Sebastián y que, a la muerte de éste, apoyó al hermano del difunto monarca frente a las pretensiones de Felipe II, lo que le valió el destierro a Madrigal de las Altas Torres.
Cuando fray Miguel conoció a Espinosa, creyó encontrarse ante el mismo rey Sebastián.

Los documentos de la época no aclaran si el fraile estaba loco o si realmente creía que Espinosa era el redivivo rey Sebastián. En cualquier caso lo que sí parece cierto es que el fraile acudió a un convento de Madrigal a entablar contacto con una monja llamada María Ana de Austria, prima del fallecido Sebastián de Portugal, al que había amado en secreto.

("Sebastián de Portugal" - obra de Alonso Sánchez Coello)

Fray Miguel le aseguró que Espinosa era el monarca desaparecido, una declaración fantástica que aquella joven aburrida y con escasa vocación de clausura creyó a pies juntillas.
Cuando María Ana conoció a Espinosa cayó rendida a los pies de su supuesto primo, al que cedió joyas de gran valor para que pudiera defender su identidad y recuperar el trono que le habían arrebatado.

(Maria Ana de Austria)

Espinosa juró a la alocada María Ana que una vez hubiera recuperado la corona conseguiría la bula papal para casarse con ella. 

El rumor de la reaparición del llorado Sebastián llegó a Lisboa, y pronto varios nobles portugueses viajaron a Madrigal para conocer a escondidas al supuesto monarca y urdir planes para devolverle el trono.
Poco interesado en aquel complot, Espinosa huyó a Valladolid con el botín de la ingenua María Ana, y no tuvo reparos en contar en tabernas y tugurios su asombrosa historia. Las habladurías llegaron a oídos de Rodrigo de Santillán, alcalde del crimen en la Chancillería de la ciudad castellana. Sus aguaciles viajaron a Madrigal, entraron en el convento y encontraron pruebas que incriminaban al impostor, que fue finalmente condenado a la horca, cumpliéndose la pena capital el 1 de agosto de 1595.

Los que acudieron al ahorcamiento quedaron sorprendidos por la tranquilidad con la que el pastelero subió al patíbulo.
Una vez colgado, su cuerpo fue decapitado y hecho cuartos, siendo los restos expuestos en las cuatro puertas de la ciudad de Valladolid.

Fray Miguel fue degradado a la condición de laico, y el 19 de octubre de aquel mismo año fue decapitado en Madrid por proclamar ante el cadáver de Espinoso que se trataba del mismísimo rey de Portugal.

María Ana corrió mejor suerte al ser recluida en un convento de clausura hasta que murió su tío Felipe II y su heredero, Felipe III la perdonó, nombrándola Abadesa Perpetua en las Huelgas Reales de Burgos.

Fuente de Datos:
*”Gabriel de Espinosa”. Un impostor políglota – Fernando Cohnen para"Muy Historia"

2 Comments:

U-topia said...

Ufff... menuda historia ehhh. Muy interesante y bien escrita, como siempre.

Un abrazo grande.

biografias said...

Gracias por tu comentario Laura, es un placer recibirlo.

Un abrazo

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