Erzsébet Bathory (1560-1614), alias
Estos horrores sucedieron a mediado del siglo XVI, en perdidas y boscosas regiones húngaras batidas por el viento, que hoy pertenecen a la República de Eslovaquia.
Una vez fueron puestos a la luz sus crímenes, Erzsébet fue juzgada en Presslau o Presburbo (hoy, la Bratislava eslovaca, y en aquel entonces, caída Budapest en manos de los turcos, capital de Hungría) por 20 jueces y condenada a encierro de por vida. Pasó los últimos años encerrada en una habitación del castillo donde había cometido la mayoría de sus horrendos crímenes. Desde allí clamaba su inocencia y enviaba cartas donde aseguraba que su desgracia obedecía a un complot del rey para quedarse con sus tierras. Pero ni el rey se quedó con sus tierras ni ella salió de esa sala.
Gabriela Erzsébet Báthory-Nadasdy de Ecsed nace en una de las familias más antiguas y adineradas de Transilvania. Su nombre ha sido traducido también por Elízabeth. Fue hija de György Báthory de Ecsed y Anna Báthory, que era a su vez hermana de Istvan Báthory (1533-1586), príncipe de Transilvania y rey de Polonia entre 1575 y 1586. Entre sus familiares se encuentran personajes poderosos (un cardenal, varios príncipes y un primo que fue Primer Ministro de Hungría, mediante su matrimonio con la princesa María Cristina de Habsburgo). Pasó su infancia en el castillo de los Ecsed (actualmente conocido como castillo de Chakhtice o Cséjthe). Se dice que a los 4 ó 5 años de edad la pequeña Isabel sufrió de violentos ataques: puede que padeciera epilepsia o alguna otra enfermedad neurológica; en todo caso, remitieron cuando aún era pequeña.
Como era corriente en la época, a los once años fue prometida al Conde Ferencz Nadasdy de Nadasd de Fogarasfold, quien le doblaba la edad. Un año después, la enviaron a vivir en el castillo de los Nadasdy, para que fuera conociendo a su nueva familia. Nunca hizo buenas migas con su suegra, Úrsula, matriarca del clan; al parecer, la joven Báthory hacía valer el rango superior de su apellido con una frecuencia que la enojaba.
A los trece años se quedó embarazada de uno de sus sirvientes. El muchacho fue castrado y arrojado a los perros, e Isabel enviada a otro remoto castillo familiar para que pariera. Se hizo desaparecer al bebé. A diferencia de la mayoría de mujeres (y hombres) de su tiempo, Isabel había recibido una buena educación y su cultura sobrepasaba a la de la mayoría de los hombres de entonces. Era excepcional, "hablaba perfectamente el húngaro, el latín y el alemán, mientras que la mayoría de los nobles húngaros no sabían ni deletrear ni escribir. Hasta el Príncipe de Transilvania era prácticamente analfabeto". Cada detalle de su vida nos muestra a una persona muy inteligente, totalmente al control de sus facultades mentales. A los 15 años, en 1575, casó con Ferencz, que entonces contaba 26 años de edad. La ceremonia tuvo lugar con gran lujo en el castillo de Varanno; incluso se invitó al Emperador Maximiliano II, que no pudo acudir. Fue Ferencz quien adoptó el apellido de soltera de su esposa, mucho más ilustre que el suyo. Se fueron a vivir al castillo de Čachtice, en compañía de su suegra Úrsula y otros miembros de la casa.
El joven Conde no se pasaba mucho por allí: la mayor parte del tiempo estaba combatiendo en alguna de las muchas guerras de la zona (empalando a su enemigos sin compasión), lo que le mereció el apodo de "Caballero Negro de Hungría". Existe registro epistolar de cómo Ferencz y Erzsébet intercambiaban información sobre las maneras más apropiadas de castigar a sus sirvientes, esto era normal entre los nobles de la época. Las posesiones de esta pareja de nobles húngaros eran enormes, y se requería
además un férreo control sobre la población local, de origen rumano y eslovaco y
Ferencz y Erzsébet apenas se veían debido a las actividades guerreras del primero, así que no fue hasta 1585, diez años después de su matrimonio, que la condesa tuvo a su primera hija, Ana, y en los nueve años siguientes dio también a luz a Úrsula y Katherina. Finalmente, en 1598, alumbró a su único hijo, Pablo. además un férreo control sobre la población local, de origen rumano y eslovaco y
En la gélida mañana del 4 de enero de 1604, el Caballero Negro de Hungría murió de súbita enfermedad durante una de sus batallas y dejó viuda a Erzsébet, que contaba 44 años. Es aquí cuando comienzan sus supuestos crímenes. Para empezar, despidió a su muy odiada suegra del castillo, junto con el resto de la parentela Nadasdy; las muchachas a las que ésta protegía en esos momentos fueron llevadas a los sótanos y allí recibieron por fin los castigos que, en opinión de Isabel, siempre proclive a la revuelta contra la ocupación extranjera, se merecían.
Es por esta época que empiezan a escucharse rumores de que algo muy siniestro ocurre en el castillo de Čachtice. A través de un pastor protestante local, llegan historias de que la condesa practica la brujería y para ello utiliza la sangre de muchachas jóvenes, una típica acusación muy popular en la época, similar a las que se realizaban contra los judíos y disidentes.
Mátyás ordena a un primo de Isabel enemistado con ella, el conde György Thurzo, que tome el lugar con sus soldados y realice una investigación. Dado que
Todos los seguidores de Isabel, excepto las brujas, fueron decapitados y sus cadáveres quemados; este fue el destino de su colaborador Ficzko. A las brujas Dorottya, Helena Jo y Piroska les arrancaron los dedos con tenazas al rojo vivo "por haberlos empapado en sangre de cristianos" y las quemaron vivas. Erszi Majorova, una burguesa de la zona acusada de cooperación, también fue ejecutada. Katarina Beneczky, que con catorce años era la más joven de las ayudantes de Isabel, salvó la vida por petición expresa de una superviviente, si bien con cien latigazos en el cuerpo.
Pero
El 31 de julio de 1614 Isabel, de 54 años, dictó testamento y últimas voluntades a dos sacerdotes de la catedral del arzobispado de Esztergom. Ordenó que lo que quedaba de las posesiones familiares fuese dividido entre sus hijos. El 21 de agosto de 1614, uno de los carceleros la vio caída en el suelo, boca abajo.
Según la leyenda, Erzsébet Báthory fue una cruel asesina en serie obsesionada por la belleza, que utilizaba la sangre de sus jóvenes sirvientas y pupilas para mantenerse joven en una época en que una mujer de 44 años se acercaba peligrosamente a la ancianidad.
La leyenda cuenta que Erzsébet vio a su paso por un pueblo a una anciana decrépita y se burló de ella. La anciana ante su burla la maldijo diciéndole que ella también estaría como una vieja en poco tiempo. Según el testimonio del conde György Thurzo (primo y enemigo de Erzsébet, nombrado investigador general por el Rey) cuando su hueste llegó al castillo el 30 de diciembre de 1610 no halló oposición, ni a nadie para recibirles. Lo primero que vieron fue a una sirviente en el cepo del patio, en estado agónico debido a una paliza que le había fracturado todos los huesos de la cadera. Esto era práctica corriente y no les llamó la atención, pero al acceder al interior se encontraron a una chica desangrada en el salón, y otra que aún estaba viva aunque le habían agujereado el cuerpo. En la mazmorra encontraron a una docena que todavía respiraba, algunas de las cuales habían sido perforadas y cortadas en varias ocasiones a lo largo de las últimas semanas. De debajo del castillo exhumaron los cuerpos de 50 muchachas más. Y el diario de Isabel contaba día por día sus víctimas, con todo lujo de detalles, hasta sumar un total de 612 jóvenes torturadas y asesinadas. Por todas partes había toneles de ceniza y serrín, usados para recoger la sangre que se vertía tan pródigamente en aquel lugar. Pese a eso, todo el castillo estaba cubierto de manchas oscuras y despedía un tenue olor a podredumbre.
Todo empezó en 1604, poco después de la muerte de su marido. Una de sus sirvientas adolescentes le dio un involuntario tirón de pelos mientras la estaba peinando. Al principio tuvo mucha suerte: la condesa reaccionó reventándole la nariz de un fuerte bofetón (cuando lo normal entre la nobleza de la época habría sido sacarla al patio para recibir cien bastonazos). Pero cuando la sangre salpicó la piel de Isabel, a ésta le pareció que allá donde había caído desaparecían las arrugas y su piel recuperaba la lozanía juvenil. Todas las leyendas sobre canibalismo aseguran igualmente que la sangre humana prolonga la juventud. Tras consultar a sus brujas y alquimistas, y con la ayuda del mayordomo Thorko y la corpulenta Dorottya, desnudaron a la muchacha, le hicieron un profundo corte en el cuello y llenaron un barreño con su sangre. Isabel se bañó en la sangre, o al menos se embadurnó con ella todo el cuerpo, y probablemente la bebió, para recuperar la juventud. Entre 1604 y 1610, los agentes de Isabel se dedicaron a proveerla de jóvenes entre 9 y 26 años para sus rituales sangrientos.
En un intento de mantener las apariencias, habría convencido al pastor protestante local para que sus víctimas tuviesen entierros cristianos respetables. Cuando la cifra comenzó a subir, éste comenzó a manifestar sus dudas: morían demasiadas chicas por "causas misteriosas y desconocidas". Así es que ella le amenazó para que callase y comenzó a enterrar en secreto los cuerpos desangrados. Esta es, al menos, la versión de este pastor, que fue quien la denunció "oficialmente" al Rey Mátyás a través de la curia clerical. Más adelante en la época en la que los errores de Gabor la pusieron en una situación política delicadísima, tomó la costumbre de quemar los genitales a algunas sirvientas con velas, carbones y hierros por pura diversión. También generalizó su práctica de beber la sangre directamente mediante mordiscos en las mejillas, los hombros o los pechos. Para estas cuestiones privadas se apoyaba en la fuerza física de Dorottya Szentes, que aunque ya mayor, seguía siendo muy capaz de inmovilizar a cualquier joven en la posición requerida. Esto ocurrió mientras estuvo en Viena. En 1609 Isabel, por la falta de sirvientas en la zona como consecuencia de tantos crímenes, cometió el error que acabaría con ella: utilizando sus contactos, comenzó a tomar a niñas y adolescentes de buena familia para educarlas.
Algunas de ellas comenzaron a morirse pronto por las mismas "causas misteriosas y desconocidas". Esto no era raro en
Esta descripción tiene su parecido con otro artilugio de tortura utilizado por
Es imposible saber, hoy en día, qué sucedió realmente. Desde el punto de vista psiquiátrico, Erzsébet Báthory sería una anomalía que se sale del patrón común a todos los asesinos en serie
O quizás fue realmente una torturadora y asesina en serie amparada en su status, que sólo se perdió cuando por falta de nuevas víctimas entre la plebe recurrió a las hijas de la nobleza menor que formaba.
Fuentes: Wikipedia - Los Malos de la Historia (hemeroteca El Pais)
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