domingo, 21 de febrero de 2010

Francisco José I De Austria

Francisco José I, ya Emperador


Caído el régimen personificado en la figura del canciller Metternich, la ciudad de Viena arde en revolución y la familia real y el gobierno huyen para instalarse en la ciudad morava de Olmuz.
Allí, en la tarde del día 2 de diciembre de 1848, el joven de dieciocho años Francisco José I, primogénito del archiduque Francisco Carlos, recibe la corona de su tío, el psíquicamente disminuido emperador Fernando I, obligado a abdicar a raíz de la revolución.

Nacido en el Palacio de Schönbrunn, en Viena el 18 de agosto de 1839, se definió a sí mismo como “el último monarca a la vieja usanza” y su reinado de 68 años es el tercero más prolongado de la historia europea, después de Luis XIV de Francia y Juan II de Liechtenstein.
Su reinado se desarrolló en medio de violentas conmociones internacionales y que se prolongarían durante toda su vida, consagrándolo como Padre de los Pueblos y paternal déspota del complejo y crispado mosaico de razas, lenguas y nacionalidades que integraba el imperio Austrohúngaro.

Llegó al trono convencido de que la supervivencia del imperio dependía de la instauración de un régimen autoritario centralizado y dirigido por el canciller Schwarzenberg y su sucesor Bach que aplastó violentamente la revolución con ayuda del ejército y refrendó la Constitución de 1849, que abolía toda forma de representación popular, y caracterizándolo de un fuerte absolutismo teñido de violencia y represión.
Con el canciller Schwarzenberg, impulsó un ambicioso proyecto político, cuyo objetivo era la construcción de la Gran Alemania bajo hegemonía austriaca, en una confederación que incluyera a todos los pueblos sometidos por el imperio. Con tal propósito organizó una administración fuertemente centralizada, reforzó la unidad del ejército y desarrolló una policía política encargada de vigilar a nacionalistas y liberales; además abolió las aduanas interiores y adoptó medidas económicas proteccionistas, al tiempo que cedía a la Iglesia toda la responsabilidad de la educación primaria y de gran parte de la secundaria. Sin embargo, la política exterior que desarrolló a partir de este proyecto chocó, en el marco de la Confederación germánica, con los intereses de Prusia.
El Emperador en 1853
En política exterior experimentó su primer fracaso cuando los italianos, con apoyo de tropas francesas, opusieron una fuerte resistencia a sus designios y terminaron derrotando a las fuerzas austríacas en Magenta y Solferino (1859).
Tras la pérdida de Lombardía y la caída del canciller Bach, sustituto de Schwarzenberg, nombró al liberal Golugowki, quien intentó dar a los Estados austriacos una estructura federal, plan que nunca llegó a convencer al emperador. La constitución de una cámara de señores, designados y hereditarios, y otra de diputados elegidos, provocó la reacción de húngaros, croatas, checos y transilvanos en 1861.
Tiempo después, la anexión de Schleswig y la ocupación de Holstein por parte de Prusia, en 1866, desencadenaron la desastrosa guerra austro-prusiana.

La paz de Praga sancionó la pérdida de la influencia austriaca en el proyecto de unificación de Alemania, que pasó a la órbita prusiana, y la paz de Viena supuso la pérdida del Véneto. Esta situación obligó a Francisco José a reorganizar el imperio y, atendiendo a las reivindicaciones húngaras, lo dividió en dos Estados, por lo que también ciñó la corona del reino de Hungría. En política exterior, aprobó la Triple Alianza con Prusia y Rusia en 1873, pero tras chocar en los Balcanes con los intereses rusos, Austria y Prusia firmaron la Doble Alianza de 1879. Un año antes, el congreso de Berlín había autorizado a Francisco José I a ocupar Bosnia-Herzegovina, acción que le indispuso con los partidos nacionalistas. El Partido Joven checo pidió en 1893 el sufragio universal, pero la respuesta del emperador consistió en destituir al ministro liberal Taaffe, dispuesto a concederlo, e imponer de nuevo un régimen absolutista.

Cinco años más tarde, su esposa Isabel, popularmente llamada Sissi, murió asesinada en Ginebra, Suiza, por un anarquista, drama que se sumó a los del fusilamiento de su hermano Maximiliano en México, en 1867, y el suicidio de su hijo Rodolfo junto con su amante, María Vetsera, en el palacio de Mayerling. Así mismo, otra tragedia familiar marcó el principio del fin del imperio: en el año 1914, su sobrino y heredero, el archiduque Francisco Fernando, y su esposa, Sophie Chotek, fueron asesinados en Sarajevo por un nacionalista serbio. El atentado llevó a Francisco José a declarar la guerra a Serbia con el apoyo de Alemania, lo que determinó que se accionara el dispositivo de alianzas que mantenía en Europa la paz armada y estallase la Primera Guerra Mundial.

Francisco José en su senitud


Considerado en su tiempo un perfecto caballero, Francisco José I fue un hombre de mentalidad conservadora, convencido de su derecho divino a gobernar, inteligente y encantador, pero incapaz de enfrentarse adecuadamente a los brutales cambios ideológicos y políticos que se avecinaban.

Francisco José a mitad de la guerra, el 21 de Noviembre de 1916.

Afecto a considerar a su dinastía como llamada por el destino a gobernar Europa su benevolente despotismo paternalista era sencillo como su vida privada. Francisco José estuvo dedicado por entero al cumplimiento de sus deberes como gobernante y al mantenimiento del honor y el bienestar de su pueblo. Sin embargo, la historia se encargaría de demostrar que esto no era suficiente para impedir el derrumbe de su imperio y la oleada de luchas secesionistas, nacionalistas y de otras variadas índoles que confluirían en el gran conflicto continental que devastaría.



Fuentes de Datos:

1 Comment:

CAROLVS II, HISPANIARVM ET INDIARVM REX said...

Sin duda alguna el ùltimo monarca a la antigua usanza como bien comentas. Desde luego en èl se ve la particular visiòn del mundo que tenìan todos y cada uno de los monarcas de la Casa de Habsburgo desde los tiempos del emperador Carlos V, uno de sus màs destacados, por no decir el màs, antepasados.

Quien sabe cuanto hubiese sufrido si tras la tragedia familiar hubiese sido testigo del desmembramiento del Imperio Austro-Hùngaro y de la pèrdida del trono por parte de su familia, a la que el consideraba elegida de Dios.

Un saludo y enhorabuena por la entrada.

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